Si alguien nos dice que padecemos el síndrome de Procusto, no debemos asustarnos pero si preocuparnos, porque significa que nuestra reacción y comportamiento ante los éxitos de los demás no es el correcto.
Debemos buscar una respuesta a ese malestar nuestro, ¿por qué no nos gustan que triunfen?, en muchos casos ni siquiera los conocemos, este rechazo no solo se dan en los individuos, sino también en organizaciones, donde a los competidores los vemos como enemigos y sus éxitos nos causan verdaderos desasosiegos.
¿Por qué odiamos a quienes destacan? A veces, quienes se sienten inferiores intentan dañar a los más hábiles humillándolos y acosando.
Cuantas veces un candidato a un puesto de trabajo, se le dice que su no contratación se debe a que está muy por encima de lo que se pide en el puesto; muchos de ellos se ven obligados a cambiar sus cv’s a peor, demencial.
¿De dónde viene el síndrome Procusto?
De cara a comprender con mayor facilidad este síndrome, puede ser de utilidad conocer la procedencia de su denominación, muy vinculada a las características del síndrome en cuestión. Dicho origen lo encontramos en el mito griego de Procusto.
Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de los hijos del dios Poseidón. Este ser acogía en su hogar a los viajeros y les dispensaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto, proponiéndoles pasar la noche en su morada.
Sin embargo, al dormirse los invitados, Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería con el de la cama de hierro en la que les acostaba. En el caso de que la persona en cuestión sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto pasaba a cortar los elementos que sobresalieran de ella. Si por el contrario era más baja y no la ocupaba por entero, le rompía los huesos con un mazo con el fin de estirarlo. En resumen, hacía que sus visitantes se ajustaran siempre a las medidas de su lecho.
Esto llegaría a su fin con la llegada de Teseo, quien le propondría contemplar si el propio Procusto cumplía con las medidas de su cama y, tras observar que era de mayor tamaño procedería a aplicarle el mismo castigo que el que Procusto proporcionaba a sus invitados, cortándole la cabeza y matándolo.
Este mito refleja la presión a la uniformidad que es característica del síndrome con su mismo nombre, así como la actitud inicialmente afectuosa y acogedora que muchas personas que manifiestan este este síndrome imprimen a su interacción, sin que aparentemente exista ningún tipo de malestar o conflicto.
¿Qué tipo de personas lo manifiestan?
Por lo general, el síndrome de Procusto se da en personas con un elevado nivel de frustración y poca sensación de control, teniendo una autoestima baja. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con posibilidades a serlo les son aversivas.
También puede ocurrir el caso contrario, una persona con una autoestima exagerada hasta límites casi narcisistas que vea que otros destacan y son más tenidos en cuenta que ellos mismos.
Se puede dar en cualquier faceta de la vida, en lo académico, en lo personal y en lo laboral siendo en éste último donde más se prodiga. En este ámbito se va a intentar que la persona que sobresale no lo haga, minusvalorando sus aportaciones o incluso apropiándose de ellas, estableciendo un excesivo nivel de control sobre el sujeto en cuestión y algunos casos se extienden rumores respecto a su persona o su trabaja con el fin de desacreditarla. En algunos casos en los que la persona que se siente amenazada tiene poder para ello, puede llegar a no contratar o promover a las personas más eficientes sino a otras más dominables y que pueden suponer una menor amenaza.
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