Autor: Antonio Pérez Carmona
Soy un empedernido defensor de la actividad que se conoce por Gestión, se describe como “Administrar los recursos de una manera eficiente para conseguir unos objetivos”, ahora está de moda y se “gestiona” casi todo: Gestión del Conocimiento, del talento, del convencimiento, de la calidad, de la logística, de compras, y podríamos seguir enumerándolas.
Pero hoy quiero hablar de una que me cuesta trabajo, dificultad para ponerle nombre, es aquella promovida por las organizaciones que consiste en eliminar la reflexión crítica de los trabajadores. Consiste en hacer que éstos, se centren en sus tareas con cierto entusiasmo y no se cuestionen sobre nada más allá.
La incapacidad y la falta de fuerza de voluntad, para esforzarse en entender las decisiones de la organización, justificando cualquier camino o sesgo que determinan los dirigentes, hacen que los empleados se sientan cómodos y no tengan que gestionar nada y que todo está bien.
¿Es bueno para las empresas esa postura del empleado? Es cierto que la falta de crítica interna aumenta la productividad a corto plazo, las organizaciones funcionan mejor y sean más operativas, las empresas podrían estar fomentando este tipo de gestión que de inmediato parece ser muy productivo. El obrar de esa manera permite, a quien ejerce el poder, no detenerse en dar explicaciones y suele conseguir que las compañías funcionen en su día a día.
Si tenemos en cuenta los primeros resultados, capaces de presentar beneficios para todo el grupo de interés, no nos permite vislumbrar el perjuicio que se producirá a medio y largo plazo
Las empresas que aplican esta forma de gestión están jugando en el filo de la navaja, ya que hacen que los trabajadores se concentren solamente en sus respectivas áreas de actuación, no se identifiquen con los problemas internos de la compañía, no se impliquen en corregirlos, pues no los sienten como propios.
Desde la empresa, se lleva a cabo la falta de comunicación, la manipulación de datos, se ejercita el poder sin explicación alguna, de esta manera , se evita que los trabajadores, piensen demasiado profunda y críticamente acerca de las cosas, porque pierden tiempo, puede crear conflictos, amenazar a las jerarquías establecidas y, a menudo, conducir a puntos de vista divergentes. Así que para que el trabajo se haga bien y para que dejen de sacudir los cimientos de poder, no hay comunicación.
No se entiende que directivos altamente cualificados, con grandes experiencias, actúen gestionando de esta manera, la reflexión crítica es fundamental para superar y prevenir las crisis. El no hacerlo, fomentan unas relaciones sin fricciones y proporciona un sentimiento de confianza y seguridad incierto, ayudando a no contar a largo plazo con conocimientos, la creatividad no se prodiga y proporciona estrechez de miras, pero como consigue resultados a corto…..pues todo funciona.
Las contrataciones tienen una gran importancia, los departamentos de recursos humanos, reciben directrices, para fomentar y contar con nuevos empleados, que puedan ser mantenidos en cualquier organización, si en el fondo no se desea que cambie nada en ella, pues su presencia te asegura que nada va a variar. Un profesional con talento e inquietudes puede ser molesto y hacer que el grupo reaccione generando cambios, proponiendo ideas… Cuando alguien no es precisamente brillante, poco molesta, no tiene iniciativa, ni buenas propuestas, haciendo que la organización sea cada vez menos competitiva.
Es algo que no me estoy inventando, las empresas nacen, crecen, se desarrollan y si gestionan de la manera que hemos leído, mueren sin longevidad alguna.
Deja un comentario