Autor: Antonio Pérez Carmona
En España se producen doscientos mil despidos al año, según el Ministerio de Trabajo. Aunque es la alta dirección de las empresas la que toma esta drástica decisión, el departamento de recursos humanos pasa por el mal trago de ejecutar dichas órdenes.
Actualmente, despedir a un empleado es difícil. Se trata de una decisión importante para la Dirección de las empresas por tener un coste social y económico muy alto, que afecta al futuro de la compañía, crea incertidumbre en el entorno laboral; sin embargo, el despido individual o disciplinario, cuando hay incumplimiento de contrato, afecta a pocas personas en la actualidad, hay una mayor responsabilidad y madurez entre los empleados y empresarios.
Además antes de tomar la decisión la empresa tiene la obligación de abrirle un expediente (tarjeta amarilla). En muchas ocasiones no se produce esa amonestación previa, en definitiva, es malo para las dos partes, el empleado lo encuentra injusto y desproporcionado y la empresa cree que es lo mejor para el grupo.
Los despidos más habituales en los últimos años son los colectivos, debido fundamentalmente, a las reorganizaciones de plantilla de compañías por fusiones (puestos redundantes), ventas de empresas y a los recortes.
Estos argumentos afectan a muchos empleados y tienen más importancia desde el punto de vista social. Los trabajadores no han incumplido su contrato, pero hay razones de tipo organizativo, productivo o de futuro, que justifican sus despidos. Siempre hay decisiones injustas, sobre todo con empleados seniors que aportaron mucho a la empresa.
Decisiones difíciles
Pero una vez tomada la decisión son sólo unos pocos los que tienen la misión de hacer llegar las malas noticias a sus destinatarios. Los que se encargan de hacerlo opinan que es tan difícil para aquellos que dan la noticia como para los que la reciben.
Siempre se esgrime que el corazón no debe intervenir y sólo la cabeza, pero todos sabemos lo difícil que resulta, incluso con aquellos empleados que fueron amonestados y advertidos de un posible final nada halagüeño para él. Si hay algún arte en despedir personal, debe andar en el estrechísimo margen que existe entre la compasión y el sentimentalismo.
Múltiples causas pueden originar un despido pero ¿qué se siente cuando se despide a alguien que estuvo contigo colaborando mucho tiempo, cuando conoces sus problemas, su familia, sus vicisitudes para terminar el mes?. Cuando ha conseguido reunir el valor suficiente para encarar el tema del despido, nunca se puede reprimir de una manera sincera un estado anímico de culpabilidad a pesar de estar convencido de la justicia de la decisión. Intenta hacerlo de la manera más civilizada posible, refiérete más bien a los hechos que a las personas; hablar de rendimiento más quede temas personales.
En la mayoría de los casos la situación no se hace más difícil, debido al comportamiento del despedido. Sabia decisión la suya en un momento tan delicado, el mundo laboral da muchas vueltas y es posible que futuros empleadores pidan referencia o que te vuelvas a encontrar con antiguos jefes en tu nuevo sitio.
En muchos casos el que interviene en el despido, conoce muy poco al empleado, suelen trabajar en el departamento de recursos humanos y solo saben de él su nombre, pero siempre han tenido noticias de su comportamiento por parte de sus jefes. Pocas veces han intervenido en la recuperación de la situación y por ello en el momento en el que se procede materialmente al despido, que llega después de varias amonestaciones y de comunicárselo a representantes del empleado, la rabia del que ejecuta la acción se orienta más hacia sus jefes que hacia la persona a la que está echando.
CUESTION DE CONFIANZA
La principal causa de los despidos individuales es la pérdida de confianza por parte de la empresa o la falta de lealtad de los empleados. “Es típico que un empleado, estando de baja por enfermedad en una empresa, trabaje en otro sitio”, dice Fernández Cavera. Otra causa son las ausencias injustificadas.
Por bajo rendimiento también se despide aunque menos. Hay que demostrar que este es voluntario, grave y continuado. Ante un aviso del jefe, el trabajador suele tomar medidas para mejorar.
Las sugerencias serán bien recibidas y atendidas, con la premura que requiera la importancia de las mismas, contactando a través del correo electrónico: carmona.apc@gmail.com
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