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Antonio Pérez Carmona

¿Qué hacemos con nuestro nuestro tiempo? (II)

En la administración del tiempo, pueden identificarse siete señales peligrosas del stress, si usted tiene relación con alguna de estas señales sabemos que el stress está perjudicando su trabajo, minimizando su efectividad y posiblemente preparándola para una enfermedad grave.
-La primera señal de peligro es la convicción de que uno es imprescindible y que nadie más sería capaz de realizar su trabajo.
-En segundo lugar no tenemos tiempo para dedicar al trabajo importante que necesitamos y deseamos hacer, las crisis diarias exigen nuestra atención y ocupan nuestro tiempo de modo que la tarea que hemos señalado como de máxima prioridad debe esperar y esperar.
-La tercera señal es la de asumir demasiadas responsabilidades a la vez, de no decir no a ningún trabajo dando por sentado que podemos hacerlo todo.
-La cuarta señal de peligro es el apremio constante e implacable, la sensación de que siempre estamos atrasados y de que no hay esperanzas de poner el trabajo al día.
-La quinta señal de peligro es una jornada habitualmente prolongada, no ocasionalmente sino habitualmente, dejar el despacho a las 17 horas se ha convertido en un sueño, y una jornada de 12 a 14 horas diarias constituye la norma, no la excepción.
-En sexto lugar el sentimiento de culpabilidad por salir del trabajo puntualmente.
-En séptimo lugar, el llevar las preocupaciones y los problemas a casa: ha dejado usted la oficina físicamente a las 17 o a las 18 horas, tal vez incluso a las 19 o a las 20 h., pero usted sigue inquieto, y las preocupaciones del día prevalecen sobre el hogar, sobre la importancia de su familia y su vida entera.
Estas siete señales de peligro en la administración del tiempo nos son familiares a casi todos y la gran mayoría de los gerentes y directivos se identifican prácticamente con todas, ¿qué relevancia tienen estas señales de peligro?
La primera conclusión que sacamos es que una jornada prolongada no es necesariamente un indicio de productividad, de hecho, en la mayoría de los casos ocurre lo contrario, una vez franqueado un determinado punto de rendimientos decrecientes la efectividad de cualquier esfuerzo disminuye con rapidez al tiempo que las horas que se dedican a él se prolongan.
La segunda conclusión que sacamos de las siete señales de peligro es la importancia de que los empresarios comprendan sus propios límites de stress, en su famosa curva de la productividad como función del stress, el doctor Hawer de la universidad de Ontario del Oeste, nos demuestra la relación entre la productividad y el stress, esta curva indica que en cualquier actividad se requiere un poco de stress para arrancar, la productividad aumenta con el stress pero sólo hasta llegar al punto crítico, en tal caso hablaríamos de un stress positivo o sano, fijar un plazo para entregar un determinado trabajo a tiempo constituye una valiosa manera de asumir un stress positivo, no obstante, más allá del punto crítico, cualquier stress adicional resulta perjudicial para la salud y la productividad disminuye.
Por ejemplo, una fecha tope irrazonable o imposible provoca un stress excesivo, a partir de este momento el stress adicional se vuelve contraproducente.
La tercera conclusión a sacar de las siete señales de peligro es la relación existente entre el stress y la administración del tiempo, cuando el stress se vuelve contraproducente constituye un desperdicio del tiempo por definición, puesto que un factor derrochador del tiempo es cualquier cosa que nos impide alcanzar nuestros objetivos de la forma más efectiva. Veamos en primer lugar la falta de objetivos, prioridades y planificación como agente derrochador del tiempo, la buena administración del tiempo significa sacar el máximo provecho de nuestro tiempo, trabajamos mucho para ganar dinero, por lo que al gastarlo esperamos el máximo valor a cambio, ¿por qué no esperar lo mismo del tiempo, pese a que este sea un obsequio?
En ocasiones la obtención del máximo valor a cambio de nuestro tiempo podría significar una planificación para incorporar el ocio en nuestro programa de fin de semana, el ocio del cual nunca disfrutaríamos si no estuviera previsto en nuestra planificación. La administración del tiempo no significa aprender a ganar dos o tres minutos haciendo un trabajo de poca envergadura sino un estudio del día, semana, mes o año enteros, implica la determinación de unos objetivos y la redacción de un programa que nos proporcione el máximo rendimiento por nuestro tiempo tanto en el hogar como en el trabajo.
Deben ser también exigentes para que usted tenga el aliciente de conseguirlas, y consecuentes con las metas globales de su organización. Deben ser flexibles para poder acomodar la eventualidad de otras prioridades imprevistas y conviene que se detallen por escrito para evitar que se le olviden.
Finalmente los que ejecutan los objetivos deben participar en su fijación inicial de modo que se sientan comprometidos a conseguirlos. La mayoría nos quejamos de que no disponemos del tiempo necesario para planificar , estamos tan ocupados apagando los incendios que no tenemos tiempo para su prevención, no obstante hay que tener en cuenta que una hora dedicada a la planificación efectiva suele ahorrar 3 o 4 en la ejecución, y supone la obtención de mejores resultados, la debida planificación puede significar impedir la formación de muchas crisis y evitar numerosos errores, conseguir realizar algo bien la primera vez significa ahorrarse el tiempo necesario para hacerlo de nuevo, algunos hemos tenido éxito sin planificación por lo que decimos, ¿por qué molestarse?, debemos ser conscientes de que el éxito nos puede sonreír a pesar de no ser debido a nuestras acciones, puesto que la suerte está de lado de la mente preparada, cualquiera que sea nuestro grado de éxito sin la ayuda de una planificación, con una planificación sólida dicho éxito sería mucho mayor.
Sin la guía de semejante programa escrito somos capaces de saltar de una tarea a otra terminando pocas y no llegando nunca a abordar los trabajos verdaderamente importantes de manera que al final del día nos encontramos desanimados, ya que en realidad no hemos conseguido hacer nada. Debemos emplear el tiempo necesario para fijar nuestros objetivos diarios así como los objetivos a largo plazo.

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