fondo

Antonio Pérez Carmona

El Rincón del Formador: Napoleón, un fracaso general (II)

Antonio Pérez Carmona.

Autor: Antonio Pérez Carmona
La caída
Las interacciones de Napoleón con sus generales después de Austerleitz estaban definidas por la desconfianza, las rencillas y los reproches, y su éxito se evaporó pronto. En 1807, cuando su poder se extendía desde Lisboa a Moscú, Napoleón volvió a París y se recluyó en una especie de exilio autoimpuesto.

Aplicó su estricto protocolo en la corte y se mantuvo alejado del ejército. Desaparecieron las tertulias diarias con sus generales. En sus conversaciones con ellos sustituyó el familiar tuteo por el formal y distante “vous”. El emperador de los franceses, como gustaba de ser llamado, concedía a unos generales, exóticos títulos mientras ignoraba a otros sin dar razones claras de su conducta.

Napoleón invadió Rusia en 1812, ignorando los consejos de sus generales y de su estado mayor. Empezó a criticar los consejos sinceros que antes solicitaba de los demás. No logró transmitir expectativas claras que oponer a los probables rigores de la batalla como había hecho antaño. En consecuencia, los soldados de Napoleón se deshicieron de buena parte de sus pertrechos en la marcha hacia Rusia para avanzar más ligeros, sin pensar que necesitarían tal cantidad de ellos. Una vez en el campo de batalla, Napoleón descubrió que había formado un mando de generales que se volvieron taciturnos y cínicos al darse cuenta de que las circunstancias eran aún peores de lo que esperaban.

Algunos generales seguían un plan, y otros seguían otro distinto. La batalla se desarrolló siguiendo el proverbio militar francés: “Orden, contraorden, desorden”.

A pesar del desastre, Napoleón logró tomar Moscú. Pero fue una victoria pírrica, ya que, de medio millón, sólo diez mil soldados regresaron a Francia. Tras la derrota, Napoleón fue exiliado a Elba, cortesía de sus hasta entonces leales generales. Menos de seis meses después el emperador volvía a gobernar en Francia durante otros cien días, acabando una vez más en el desastre provocado por la insubordinación, las rencillas y la mala comunicación que fue Waterloo.

Lecciones
Napoleón explotó la sabiduría colectiva y la colaboración de su mariscales y generales, todos los cuales triunfaron junto a su líder. Pero después de Austerlitz, el cambio de Napoleón en sus relaciones con los generales llevó a una reducción constante de su colaboración y aporte de conocimientos colectivos. Aún peor, Napoleón se ganó la hostilidad y la desconfianza de sus generales, y con ellas llegó su declive. En las últimas batallas mostraba poco respecto por la inteligencia de sus generales y ya no se tomaba en serio sus sugerencias. Tampoco compartía con ellos las razones que le llevaban a tomar sus decisiones. En definitiva, abandonó el ‘procedimiento justo’, que en términos prácticos engloba tres principios que se refuerzan mutuamente: implicación, explicación y claridad de expectativas.

Implicación significa hacer partícipes a los demás de las decisiones que les afectan, solicitando su contribución y permitiéndoles discutir las ideas y supuestos de cada uno. Las primeras batallas de Napoleón, cuando hacía incansables esfuerzos por hacer al último soldado partícipe de sus planes, es un buen ejemplo de implicación práctica.

El segundo principio supone explicar las razones de las decisiones a todas las partes implicadas. En sus primeras batallas, Napoleón se tomaba grandes molestias para explicar claramente a sus hombres sus objetivos, tácticas y estrategias.

La claridad de expectativas exige que una vez tomaba la decisión, las nuevas reglas del juego quedan claramente expuestas: “Hay una condición que debéis jurar cumplir: respetar a quienes liberáis, reprimir el horrible pillaje cometido por canallas azuzados por nuestros enemigo… Los saqueadores serán fusilados sin piedad”. Así habló Napoleón ante sus tropas en la batalla de Lodi.

Cuando se aplica el ‘procedimiento justo’ en la toma de decisiones, se está inspirando a los individuos para que vayan más allá de lo que el deber les exige a la hora de compartir ideas y colaboraron unos con otros. Pero cuando se vulnera, la colaboración y la sabiduría compartida se resienten y la gente ejerce la justicia retributiva para contrarrestar el tratamiento injusto que recibe. Esto puede significar escaqueos, sabotajes y falta de cooperación. Y, como experimentó en carne propia Napoleón, también puede incluir deserciones masivas.

Lo que hace decisivo el procedimiento justo es que responde a la necesidad humana básica de sentirse valorado. Cuando se las trata como colaboradores inteligentes, las personas se muestran más dispuestas a compartir sus conocimientos. Animados a confirmar esa expectativa de valor intelectual, sugieren ideas y comparten sus pensamientos activamente.

De igual modo, cuando se le muestra a la gente un reconocimiento emocional, se sienten vinculados e inspirados para darlo todo. En las últimas batallas de su carrera, Napoleón destruyó los vínculos que había formado con sus hombres, al negarse a reconocer su valía. ¿Por qué cambió la relación de Napoleón con sus subordinados? Al iniciar su carrera, carecía de recursos, reputación o linajes para liderar. En ausencia de estos activos, recurrió al único recurso que tenía a su disposición para asegurarse el éxito: sus tropas y sus generales. Cuando eran todo lo que tenía, su dependencia con respecto a ellos y el reconocimiento de su importancia emocional e intelectual estaba clara.

Consciente o inconscientemente, esto le llevó a mostrar el mayor respeto hacia sus tropas y a ejercer incansablemente el procedimiento justo. Una vez asegurada su reputación, rico en recursos y con el título de emperador, dio de lado la fuente original de su poder y confió en el dinero, el título y el poder para lograr resultados. Pasó por alto el hecho de que su éxito procedía de su gente y sólo con su apoyo podía mantenerse.

Según estudios e investigaciones a lo largo de una década hemos descubierto que una dimensión esencial pero con frecuencia ignorada es el procedimiento mediante el cual el líder interactúa con su gente para tomar decisiones. Nuestras investigaciones sistemáticas muestran la relación causal entre lo justo del procedimiento y la calidad y ejecución de las decisiones estratégicas en las corporaciones.

Las lecciones del auge y caída de Napoleón encierran para los ejecutivos empresariales cuestiones pertinentes sobre el modo de tratar a sus colaboradores. ¿Existe un ‘procedimiento justo’ en las interacciones con equipos de gestión? ¿Sienten los gestores que se reconoce y respeta su valor emocional e intelectual? ¿O se sienten frustrados como los generales y mariscales de Napoleón en las últimas campañas de su carrera?

Las sugerencias serán bien recibidas y atendidas, con la premura que requiera la importancia de las mismas, contactando a través del correo electrónico: carmona.apc@gmail.com

Deja un comentario

Back to Top