Autor: Antonio Pérez Carmona
Los jefes ejecutivos de ciertas empresas son cambiados tan rápidamente de empleo dentro de una extensa área geográfica que la expresión habitual entre ellos para designar la rotación es “supervisión de maletas”. Este tipo de rotación no contribuye al desarrollo individual que necesita la gerencia. El interesado se traslada a su nuevo puesto, sabiendo que probablemente va a durar poco tiempo en él. Entonces, no asume la responsabilidad plena de su actividad; lo único que le importa es que las cosas vayan normalmente hasta que sea relevado. No quiere innovar nada ni arrastrar peligro alguno; en realidad no procede como jefe ni gerente, sino como un auxiliar en funciones durante la ausencia temporal del jefe.
Cabe dudar de si el aprendizaje adquirido en tales condiciones es verdaderamente tan notable cono el que obtendrá el individuo si se limitase a observar el proceder del jefe o gerente durante un período igual de tiempo. Eso de “calentar el asiento” para otro no redunda en desarrollo propio.
Hay empresas que adoptan una táctica completamente distinta: aplican el principio rotacional sólo en un sentido muy limitado. La rotación se limita a traslados dentro de un departamento o actividad, por lo menos hasta que el individuo haya ascendido bastante en la escala de la organización. Cuando tiene oportunidad para empezar a desempeñar una función distinta quizá ya haya pasado de los cuarenta años y ocupe un empleo de bastante importancia. Si no se le traslada a un puesto de categoría inferior vendrá a quedar ocupando un cargo clave en otro departamento o función. Esto suele ser peligroso. Se verá sometido a graves presiones. Pero lo peor es que no será probable que proceda en su nuevo puesto con la autoridad que de él espera la organización ni que dé a su actividad la orientación debida. Tiene que saberse llevar con sus subordinados y ser soportado por ellos. Si, por el motivo que sea, no quiere aceptar esta ayuda y trata de imponer un mando autocrático, probablemente cometerá graves errores. Y al fin la que padece es la organización, sobre todo si es frecuente la rotación en este puesto.
La conducta del superior al que tiene que dar cuenta de sus actividades es un factor fundamental que afecta al desarrollo del individuo en un empleo rotacional. Puede ocurrir que el nuevo jefe quiera hacer de la rotación una experiencia de aprendizaje para el interesado, pero sólo si él le dedica tiempo y atención considerables. Más esto no va a ser probable a menos que sus superiores reconozcan a su vez sus esfuerzos y se lo premien. Baste de momento con preguntar si quiere administrar el programa de rotación de empleos toman en cuenta este importante factor para el desarrollo.
La rotación sirve para reducir los peligros de los prejuicios personales al valorar la actitud del individuo y calibrar sus posibilidades. Estos juicios pueden depender tanto de los puntos de vista y métodos personales del superior como de la conducta del subordinado. Pero probablemente disminuyan los efectos de tales factores si el individuo pasa bastante tiempo bajo diferentes jefes.
Evidentemente, la rotación de empleos puede ser un medio eficaz para brindar a los jefes oportunidades de desarrollo. Esto depende de cuándo es trasladado el individuo, a qué puesto, por cuánto tiempo, bajo qué tipo de supervisión y en tanto se tomen en consideración las aspiraciones personales que tenga en su carrera. Todos estos aspectos de la administración de los programas rotacionales llevan consigo importantes premios y castigos. Considerar la rotación en sí como algo importante, pero dejando estos factores relacionados con ella al azar, es utilizar una maquinaria de forma que obstaculice el desarrollo en lugar de facilitarlo.
Muchas veces, la rotación se hace para evitar, el estancamiento que se produce en ciertas parcelas de la Empresa, la “amistad” con el cliente puede ser perjudicial, los empleados están catalogados por su proceder durante años en los mismos puestos, la innovación no existe y siempre será bueno un cambio.
Las sugerencias serán bien recibidas y atendidas, con la premura que requiera la importancia de las mismas, contactando a través del correo electrónico: carmona.apc@gmail.com
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