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Antonio Pérez Carmona

La dirección de empresas; en constante desarrollo

Antonio Pérez Carmona.

Autor: Antonio Pérez Carmona

Es en el siglo XIX cuando aparecen grandes factorías, y aún así, en sectores limitados; y, en el siglo XX continuando en el XXI, cuando las universidades son masivas, los hospitales son lugares donde nacen, curan y fallecen el mayor porcentaje de personas; cuando aparecen supermercados, grandes almacenes, etc. También nuestros conocimientos sobre dirección son recientes: supimos de dinámicas de grupos en los años cuarenta del pasado siglo, de análisis de sectores en los setenta, de cultura organizativa en los ochenta, y consolidamos las buenas prácticas de cambio organizativo y sofisticamos los instrumentos financieros en los noventa, hoy hablamos de nuevos programas de calidad, de nuevos modelos de negocio, etc.

Por tanto, en los cien años transcurridos desde la generalización de las empresas como la forma institucional de acción lectiva, hemos aprendido sobre todo a gestionar sus aspectos internos: productivos, comerciales, financieros, incluso aspectos básicos de la dirección de trabajadores, empleados y directivos.

Tendencias
Buena parte de las tendencias actuales con fuerza de futuro tienen que ver con aspectos más externos de la gestión: responsabilidad social, buen gobierno, sensibilidad medioambiental, reputación corporativa, globalización de estrategias, liderazgo intercultural, etc. La primera reflexión, por tanto, sobre el porvenir de la dirección de empresas es que probablemente nos encontremos saliendo de un etapa juvenil (más orientada a aspectos internos y de identidad) y entrando en una etapa más madura donde aspectos externos, de implicación y contribución al entorno, incluido el no económico, sean también relevantes.

Esta orientación externa no viene sin riesgos. Regulaciones como las relativas a la conciliación de la vida personal-laboral (que tan ideológicamente distintos y entusiastas compañeros de cama concita) no son generadas espontáneamente por empresarios y directivos. Surgen de activistas externos, y adoptan una forma normativa –social (lo políticamente correcto) o, incluso, legalmente contribuye al avance de la burocratización de las actividades económicas.

Muchos empresarios piensan que van a poder cooptar a este tipo de iniciativas convirtiéndolas en márketing institucional. Se equivocan. Los contenidos de estas políticas pasarán y se volverán irrelevantes, pero quedará su “forma”: la dependencia de las empresas de aprobación externa para su legitimidad.

Ligada a lo anterior, de hecho su causa, una cierta deslegitimación social de los altos directivos (aunque algunos pocos hacen méritos). El populismo, el anti-elitismo, la consideración de los grandes premios económicos como intrínsecamente pecaminosos irán en aumento, alimentados por la utilización de la prensa y de los juzgados como instrumentos competitivos habituales.

Nuevas generaciones y trabajo
Finalmente, está emergiendo otro reto, quizás el más difícil: la relación de las nuevas generaciones con el trabajo. Están ya jubiladas en Europa las generaciones que, en los años sesenta, con gran sacrificio, produjeron el gran salto adelante en nuestras condiciones materiales.

Las siguientes promociones aún consideraban las labores profesionales como medio de “realización” personal. A falta de datos, parece que las últimas cohortes laborales, las de aquellos entre los 20 y los 30 años, tienen una valoración muy diferente del trabajo. Como si éste no trajese esperanza de movilidad vertical (a lo peor son finos analistas sociales), o ni siquiera fuese válido como medio de expresión personal. Como si las nuevas promociones aceptasen el estigma bíblico del trabajo como castigo.

Lo que parece claro es que la vinculación de hombres y mujeres con las empresas, sin importar cuál sea su posición en la jerarquía organizativa, está cambiando. Cuando hablo con directivos y empresarios, ésta es su perplejidad mayor: si los jóvenes con talento no ven, también en las grandes empresas su ámbito de proyección, la pérdida será enorme.

Las sugerencias serán bien recibidas y atendidas, con la premura que requiera la importancia de las mismas, contactando a través del correo electrónico: carmona.apc@gmail.com

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