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Antonio Pérez Carmona

HISTORIAS  DE APC

Han pasado veinte años, pero los hechos podrían haber ocurrido ayer. Estoy en un pueblo cercano a una gran capital y además  muy bien comunicado  con ésta, de tal manera que el trasladarte de un sitio a otro no eran más de treinta minutos.

Era domingo cuando fui a visitarlo con mi esposa, con la posibilidad de trasladarnos allí, atraídos por las proclamas publicitarias en la boca del propio alcalde, hablando de las excelencias de su pueblo, clima agradable durante todo el año, pinares para disfrutar de buenas meriendas, las ventajas de la cercanía con la capital (colegios, universidades, teatros, acontecimientos deportivos de toda índole, hospitales, comercios …..) en un entorno de chalets, no más de mil habitantes, en fin un paraíso.

Nos llamó mucho la atención que presumiera de la seguridad, tanto,  que pregonaba que se bastaba y sobraba con un solo policía local, que al tener poco trabajo, era el encargado de dar de comer a los patos en el estanque de la plaza del Ayuntamiento.

Nos gustó tanto la zona, los alrededores, la amabilidad de su gente, tenía una gran extensión y se mimaban las construcciones, la urbanización del pueblo atraía cada vez a más visitantes y compradores de viviendas y parcelas, grandes avenidas con plazas circulares con bellas fuentes, que decidimos trasladarnos a lo que llamaban el paraíso de la provincia.

Un casa pareada, con parcela independiente, metros suficientes para varios miembros de una gran familia, a un precio diez veces más baratos que el de la Capital, y empezamos a  disfrutar de las bondades del sitio, visita a un par de monumentos del siglo XII, escapadas al pinar (solo a 500 metros) para merendar, algunos avezados habían instalado unos “chiringuitos, los hijos a diario iban a los colegios ce ciudades cercanas a menos de veinte minuto, las visitas de los amigos terminaban en barbacoa, en fin un cambio grande en nuestras vidas, en cuanto a comodidad se refiere.

Uno de los fines de semana que fui a comprar el periódico a la plaza, oí como comentaban, “estamos alarmados se están produciendo robos en el pueblo, algo que nunca había ocurrido”; ¿qué estaba pasando?,  pues que el slogan favorito del alcalde que un solo policía local tenía bastante, fue bien recibido por los amigos de lo ajeno.

MORALEJA: Esconde tus debilidades, no des tres cuartos al pregonero como si fueran fortalezas y si las conoce subsánalas cuanto antes mejor.

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