Antonio Pérez Carmona
GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO
Por: Antonio Pérez Carmona
Disciplina basada en el intercambio y el aprovechamiento de la información con la que cuenta una empresa para gestionar ésta.
En una Economía cuya única certidumbre es la incertidumbre, la mejor fuente para obtener ventajas competitivas duraderas es el conocimiento.
Cuando de un día para otro cambian los mercados, proliferan las tecnologías, se multiplican los competidores, los clientes saben más y los productos quedan obsoletos, sólo alcanzan el éxito las empresas que de un modo consistente creen nuevos conocimientos, lo difundan y hagan que los empleados compartan sus conocimientos, ayudándose de la tecnología. Esas son las actividades que definen a la empresa “creadora de conocimiento”, donde todo el negocio gira sobre la innovación continuada.
El cambio es la creación de valores de los productos o el tránsito de la transformación económica basada en los activos tangibles a los intangibles, desarrollados a partir del conocimiento.
Estos cambios terminan polarizándose en la nueva forma de crear valor la economía, sustituyendo una transformación basada en activos tangibles para protagonizar otra sustentada en los intangibles, es decir aquellos desarrollos, conceptos, sistemas, técnicas y trabajos basados en conocimientos o en otras palabras en la “inteligencia puesta en acción”
Hay que recordar a Alfred Marshall (economista) cuando de forma lúcida y premonitoria se atrevió a decir en 1890 que “El conocimiento es nuestra máquina de producción más potente y nos permite someter a la naturaleza”.
En conclusión, las empresas de hoy, serán “organizaciones basadas en el conocimiento”; siendo la llave para sostener la ventaja competitiva una adecuada gestión de los intangibles o del conocimiento.
Para ello las empresas necesitan convertirse en “organizaciones inteligentes” o en sistemas compuestos por personas y por grupos relacionados, que aprenden en común a desarrollar competencias básicas distintivas.
La creación de conocimientos no es un tema precisamente novedoso, pero últimamente ha sido objeto de nuevas investigaciones en el marco de la empresa. Estudios de expertos demuestran la existencia de una fuerte conexión entre la creación de conocimientos y la innovación en el desarrollo de productos y servicios.
El nuevo conocimiento siempre se inicia en la persona. Alguien concibe una idea que conduce a una nueva patente. El sentido intuitivo sobre las tendencias del mercado de un director intermedio se transforma en el catalizador del concepto para un importante nuevo producto. Otro, con largos años de experiencia puede idear un nuevo proceso innovador. En cada uno de esos casos, el conocimiento individual de esa persona, se transforma en conocimiento empresarial valioso para toda la empresa en su conjunto.
Poner el conocimiento personal a disposición de los demás constituye la actividad fundamental de la empresa creadora de conocimiento. Es una actividad realizada continuamente y en todos los niveles de la empresa, hay que tener en cuenta el alto grado de motivación que debe existir entre los empleados para llevarla a cabo.
UNA CUESTIÓN DE VALOR
Tal vez sea útil arrojar algo de luz sobre estos términos solapados. Generaciones y generaciones de filósofos han debatido sobre el significado profundo del conocimiento; pero nosotros, como profesores de escuelas de negocios, nos sentimos obligados a ofrecer una definición pragmática.
Los datos, la información y el conocimiento son distintos puntos a lo largo de un espectro sin solución de continuidad caracterizado por un valor y una aportación humana cada vez mayores. Los datos, los símbolos que representan los sucesos y actividades humanas a que estamos expuestos cotidianamente, tienen poco valor en sí mismos, aunque tienen la ventaja de ser fáciles de almacenar y manipular informáticamente.
La información es lo que obtenemos a partir de los datos cuando los interpretamos y contextualizamos como humanos que somos. Es asimismo el vehículo que utilizamos para expresar y comunicar el conocimiento, tanto en el seno de la empresa como en nuestras propias vidas. La información tiene más valor que los datos, y al mismo tiempo un mayor grado de ambigüedad, como puede atestiguar cualquier directivo que haya discutido alguna vez sobre las muchas interpretaciones que caben de términos como cliente, pedido y remesa dentro de una misma empresa.
El conocimiento es información que se encuentra dentro de la mente de las personas; sin una persona que conozca y sea consciente de ello, no existe el conocimiento. El conocimiento tiene un gran valor, ya que los seres humanos crean a partir de él nuevas ideas, visiones e interpretaciones y las aplican directamente al uso de la información y la toma de decisiones. Para los directivos el conocimiento de otras personas resulta difícil de gestionar, ya que (al ser un fenómeno puramente mental) es invisible, y su extracción, difusión y utilización depende de la motivación humana.
En la práctica, resulta difícil determinar con exactitud en qué momento los datos se convierten en información y la información se convierten en conocimiento. Por regla general, recomendamos dedicar poca energía a las clasificaciones y muchas más a añadir valor a lo que tenemos, se llame como se llame, y avanzar a lo largo del espectro que hemos descrito.
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