Antonio Pérez Carmona
Es una mañana apacible de un Marzo de 1984, las oficinas de una nueva multinacional en Madrid es un hervidero, poco personal para la cantidad de actividad que genera el poner en marcha tantos asuntos a la vez, muchos directivos venidos de fuera, un idioma distinto, poco personal contratado todavía y las fechas y horas se acercan para cumplir con programas y acuerdos.
El ambiente es excelente, la multinacional goza de un alto prestigio internacional y los oriundo estamos encantados de pertenecer a ella, mi papel el de responsable de logística, no muy importante pero si lo suficiente para estar muy ocupado, hay mucho trabajo y mucha labor que no se ve al final del día, esos intangibles como son: las visitas, el teléfono, las compras de menudeo, las fotocopias, (todavía no existe el correo electrónico), mucho documento que escribir a máquina y copias con papel de carbón, el archivo, etc.
Todo ello me lleva a pedir ayuda al departamento de Recursos Humanos, para la contratación de una secretaria junior para muchas de las tareas antes mencionada, pido mujer, joven, recién terminado bachillerato y con nociones de inglés; atienden mi petición y al lunes siguiente cuento con tres candidatas que se ajustan a mi petición.
Hago directamente las entrevistas y nada más terminar tengo claro quién será la elegida, incluso cometo la torpeza de prometérselo en el encuentro; nunca debí hacerlo porque antes debí pasar mi propuesta al departamento de personal y éste comunicarlo a la elegida; pero fue tan fuerte la percepción de que aquella joven tenía que entrar en plantilla que me salté el protocolo.
Después de un pequeño disgusto y discusión mis compañeros accedieron a mi petición, y ella empezó al día siguiente, todavía recuerdo ese día, puntual, casualmente vestida pero con clase, atractiva, menuda, morena, con unos ojos que decían las ganas que tenía de empezar.
En pocos días y con un mínimo de entrenamiento ya formaba parte de ese laberinto que eran aquellos días maravillosos, mucha gente joven, muchas de primer empleo y todo por aprender.
Pasan menos de cuatro años y esta mujercita (desde el primer día de su entrada, acude a la Universidad por la noche), delgada y fibrosa tiene una capacidad de trabajo que asombra, siempre dispuesta a ayudar y a enseñar, solidaria como la primera, empieza a subir escalones y forma parte muy activa de los equipos que se forman para proyectos con Clientes, su buen hacer, nos lleva a tenerla en cuenta para puestos de más responsabilidad, su inglés cada día más fluido y una pronunciación y entonación tan perfecta que disfrutamos cuando es ella la que habla ante directivos foráneos.
Pronto la nombran jefa de muchos de sus compañeros entre los que se encuentra un servidor, su forma de llevar los asuntos más delicados y serios, consiguen que el respeto hacia ella sea una norma de conducta en la compañía, es querida por todos y se le augura un vuelo a más altura.
Desgraciadamente esto se produce y pronto le llega una oferta de la Comunidad Europea, formando parte del equipo español de Exteriores, muchos fueron sus éxitos, siguió creciendo y hoy aunque algo tarde, bueno desde hace unos meses ha sido nombrada Directora General en los Balcanes.
Muchos se atribuyen su atino a la hora de su contratación primera y con dieciocho años, ella los escucha, se sonríe y sabe perfectamente (lo hemos comentado más de una vez), quién tuvo la suerte de estar ahí.
Ya saben que el éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano, pero sin embargo lo importante en este caso, es que GENOVEVA RUIZ CALAVERA que así se llama, siempre se convirtió en uno de mis referentes.
Sirva este corto escrito para lo que se merece, como homenaje a tanto como dio y sigue dando y que sepa que muchas de mis actuaciones con éxito fueron solamente un calco de lo que ella habría hecho.
¡¡¡Gracias Veva, siempre te quisimos y queremos!!!
5 Comentarios
Antonio, me he planteado muchas veces cerrar este perfil de Facebook, se leen demasiados comentarios feos. Si sigo aquí es por mantener contacto con algunos buenos amigos que viven lejos y por leer a unos poquitos que siempre aportáis historias interesantes. Gracias, hermano mayor.
Muy buenas Antonio, para mí como trabajador de Cch, y durante mucho tiempo trabajando en Exel con usted ha sido un gran referente siempre
Antonio, contigo siempre aprendiendo. ..un abrazo
Querido Antonio, me embarga la emoción ante tu sentido mensaje. Empezar mi vida profesional trabajando para tí fue un verdadero privilegio. En esa primera entrevista tuve la suerte de que, al tener el mismo nombre de tu adorada mujer, me tuvieras simpatía desde el primer momento. Tengo tanto que agradecerte que no lo puedo enumerar en una página de facebook. Has sido, eres y serás siempre un punto de referencia. Y me alegra infinítamente que nuestra sintonía personal y admiración profesional haya seguido aumentando con el paso de los años. Un abrazo muy fuerte y gracias. Querido Antonio, dejame decirte también que yo no tengo ninguna duda sobre quién fue el profesional como la copa de un pino que supo identificar y desarrollar mi potencial. El impacto de un primer jefe, como el de un primer amor, deja una huella indeleble. Espero que tu ejemplo cunda en todos aquellos jefes que deben inspirar a nuestros jovenes profesionales de cualquier ramo.
Olé olé y olé, que agradable es leer un recto agradable y reconocer a una persona en este caso mujer y por aquellos tiempos felicidades a las dos partes