Autor: Antonio Pérez Carmona
Todos estamos de acuerdo que en la mayoría de los casos, el fin no justifica los medios, pero en el mundo empresarial, en el área de los servicios, si cumples con las tres premisas: Personal motivado, Cliente satisfecho y Negocio rentable, pocas cosas has hecho mal en la gestión.
Somos muy críticos con los demás (estoy hablando del entorno directivo), cuando éstos no actúan como nosotros. Creemos ser los mejores gestores, el ombligo del mundo, los más capacitados y en la mayoría de los casos lo que tenemos es una gran compañía detrás que soportan negligencias y mal hacer, con resultados económicos nefastos, clientes importantes que desaparecen y un personal dispuesto a marcharse por no aguantarnos.
La formación es importante en estos casos, pero estoy convencido que la aptitud no es suficiente, si no está acompañada de empatía, dedicación, pensar en los demás, dosis de buen humor, en definitiva ser buena persona.
Hoy en el sector que nos movamos, en cualquier tipo de empresa, la competencia es fuerte, los clientes cada día saben más, es imprescindible rodearte de los mejores y ser unos de otros, espejo donde mirarte y referente del resto.
Si tu empresa no vende nada más que confianza, (eso son los productos que se refieren a los servicios a priori), necesitas generar ese valor intangible al principio, llamado química a través de la calidad y que más adelante se refrenda con la consecución de los compromisos contractuales y ayudando sin duda alguna el talante anteriormente explicado.
El factor humano por lo tanto es el mayor activo, frase manida pero que están en nuestras manos el satisfacer sus necesidades materiales y así no tienen porque abrigar temores respecto a su bienestar y por ende el de su familia, sus necesidades sociales adquieren importancia principal como motivadoras de su conducta.
La teoría del “pan y palo”, motivación x, (impuesta por algunos advenedizos a la dirección de personas) no da resultado cuando el hombre ha logrado un nivel adecuado de subsistencia y comienza a sentir el estímulo de necesidades superiores (pirámide de Maslow).
La empresa no puede proporcionar al empleado respeto a si mismo ni a sus semejantes, como tampoco puede satisfacer sus necesidades de realización personal. O creamos condiciones en que el individuo se sienta estimulado y capacitado para buscar por sí mismo esta satisfacción o lo hundiremos en un estado de frustración, difícil de recuperar y no digamos cumplir con sus tareas.
Podemos llamar al estilo de Dirección de muchas maneras, pero en definitiva, la convivencia, el respeto, la tolerancia y el ponerte en el lugar de los demás es garante de la consecución de nuestros objetivos: Cliente fidelizado y Accionistas con ganas de invertir.
Las sugerencias serán bien recibidas y atendidas, con la premura que requiera la importancia de las mismas, contactando a través del correo electrónico: carmona.apc@gmail.com
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