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Antonio Pérez Carmona

El Rincón del Formador: ‘El individuo en el grupo’

Autor: Antonio Pérez Carmona

He tenido la suerte, durante casi toda mi vida, de haber disfrutado de la amistad de gente extraordinaria, ello me ha llevado a creer en el ser humano, como siempre contesto a los agoreros, no me vengáis con casos puntuales y concretos, hablo desde mi experiencia y con un alto porcentaje de acierto a la hora de ofrecer mi amistad.

Creo en los equipos de trabajo, en las asociaciones, en los grupos que se dedican desde el ocio hasta a dar la vida por los demás, sin embargo aquí no pongo las manos en el fuego, cuando hay más de seis miembros estos colectivos se convierten en multitud y como tal, los individuos que los forman los hacen heterogéneos y difíciles de aglutinar en similares pensamientos, conocimientos y tendencias.

Los grupos pueden ser sumamente eficaces para adoptar decisiones y resolver problemas. Todos los argumentos con que se ha querido demostrar que “solo el individuo” puede ser responsable, tomar decisiones o innovar son mera palabrería. El que muchos grupos y hasta la mayoría no hagan nada de esto bien, solo se prueba de que no conocemos a la perfección el comportamiento de grupo ni hemos adquirido la habilidad suficiente para operar con ellos.

Muchos “cabezas de grupo”, no líderes, manejan las reuniones en beneficio propio y se demuestra con la experiencia, como abusan de sus teorías, como consecuencia de la poca implicación del resto. La mayoría de éstos se dedican a pagar la cuota sin aportar cualquier idea que enriquezca a ese grupo. Si no intervenimos en las opiniones y decisiones, no asistimos a las reuniones, no deberíamos permanecer formando parte del mismo, ya que este colectivo en manos de personas no preparadas, pueden llegar a ser contraproducente y no sólo para ellos mismos.

El entorno, la sociedad que conviven con ellos pueden verse afectadas por las erráticas maneras de comportarse con los distintos elementos que la componen. Sería muy interesante conocer: ¿Cuáles son las fuerzas que operan exclusivamente en las situaciones de un grupo pequeño?, ¿Cómo operan y cómo pueden aplicarse su conocimiento a la mejoría del funcionamiento de los grupos?

Vamos a dejar a un lado de momento, si estamos a favor o en contra de la actividad de grupo y estudiemos con sentido común y de la cordura, algunos factores característicos de un grupo que funciona bien y con eficacia. De cuando en cuando nos encontramos con un equipo verdaderamente bueno de altos ejecutivos, o con una serie de reuniones o comités de personal administrativo que producen resultados excelentes. ¿Qué es lo que distingue a estos grupos de otros menos eficaces?

a.- La tarea u objetivos del grupo es bien comprendida y aceptada por los miembros. Se discutirá libremente el objetivo en algún momento, hasta que quede formulado de tal manera que todos los miembros puedan dedicarse a su realización.

b.- Es importante la confección de una agenda, para que todos los miembros conozcan los temas a tratar y puedan pedir con antelación su intervención.

c.- La conveniencia de la participación de todos en las discusiones, pero siempre dentro de la tarea que desarrolla el grupo. Si las discusiones se salen del tema alguien las hará volver a su punto de partida al momento.

d.- Evitar el aburrimiento, donde la asistencia no sea por compromiso, sino que el ambiente, informal, cómodo y libre de tensiones, sea un acicate para hacerlo, tiene que verse envueltos en una atmósfera de diversión y estímulo, escuchando con atención a los “eruditos”.

e.-Hay desacuerdos. Al grupo no le molesta esto, ni muestra señales de tener que evitar un conflicto, ni de procurar que todo se deslice en un ambiente de excesiva amabilidad. Los desacuerdos no son suprimidos ni eliminados, por una acción prematura del grupo. Se estudian las razones con todo cuidado y el grupo procura resolver las diferencias o conciliarlas, más bien que dominar al que disienta.

f.- No siempre puede haber consenso, las diferencias de criterios enriquecen las reuniones. A veces, hay divergencias fundamentales que no pueden conciliarse. El grupo puede tolerarlas, pero no permite que dificulten o anulen sus esfuerzos.

g.- La mayor parte de las decisiones se toman por mayoría, aunque el grupo no acepta una mayoría simple como base.

h.- Las críticas son frecuentes, francas y más o menos sin tensiones ni molestias para nadie. Hay pocos indicios de ataques personales, ni directos ni indirectos. Las críticas tienden a ser constructivas porque sólo se orientan, a la eliminación de un obstáculo que afecta al grupo y le impide realizar lo que se propone.

i.- Todos pueden expresar libremente sus sentimientos e ideas, tanto sobre el problema que se discuta, como sobre el funcionamiento del grupo.

j.- El presidente del grupo no se impone ni, por el contrario, el grupo le obedece con servilismo. En realidad al observar su actividad se ve claramente que la autoridad cambia de cuando en cuando, según dicten las circunstancias. Los distintos miembros, de conformidad con su saber y experiencia, pueden ser utilizados según cambien las cosas, como “recursos.

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