Antonio Pérez Carmona
COMO UNA GACELA
Por: Manuel Velasco Carretero
Me estoy acordando de la historia de leones y gacelas que se le atribuye al ingeniero SuperLópez (José Ignacio López de Arriortúa) y que hace dieciséis años, te transcribía en el texto “No está el mañana en el ayer escrito”: «Todos los días en África se levanta un león, sabe que tiene que correr más que la gacela más rápida o morirá de hambre. Todos los días en África se levanta una gacela, sabe que tiene que correr más que el león más lento o morirá de hambre. Da igual que seáis leones o gacelas, cuando salga el sol lo mejor es que os encuentre corriendo”.
Dejando a un lado que al león se le suele catalogar como el rey del «cotarro», reflexiono esta mañana sobre la agilidad de las gacelas, que en óptimas condiciones físicas les permite solventar situaciones complejas provocadas por el mejor de los leones (según vi el miércoles en un documental sobre fauna salvaje y supervivencia en entornos hostiles), habilidad que, con la debida retroalimentación en el medio, posibilita el estilismo flexible y adaptativo del animal en el ecosistema donde habita.
Lo anterior lleva a preguntarme si en este mundo cada vez más imprevisible e inestable ¿soy lo suficientemente flexible y adaptable como para seguir abriéndome paso en esa estructural selva, mientras aprovisiono recursos para sobrevivir? Si fuera capaz de asimilar ese estilismo flexible y adaptativo de los antílopes de cuello estilizado, desarrollaría mejor la capacidad de adecuarme a la continua permutación que nos rodea por doquier. No me queda otra alternativa que mimetizarme en gacela, centrándome en desarrollar una acentuada agilidad, mediante el aprendizaje en la experiencia cosechada a través de la singladura por la foresta hostil.
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